La educación universitaria antes y ahora

La educación universitaria antes y ahora

Josué Villa Prieto. Profesor de los Grados en Maestro en Educación Infantil y Maestro en Educación Primaria

«¡Oye! Si hablamos de educación… ¿Crees que cualquier tiempo pasado fue mejor?». 

Jose, nuestro decano, me hizo esta pregunta al proponerme organizar un debate que congregara a antiguos alumnos y estudiantes actuales para el acto de inauguración del 50° curso académico. Me pareció un interrogante intrincado, muy sugestivo, de los que estimulan la reflexión, la argumentación, la toma de conciencia, la autocrítica… De los que da igual qué postura sostengas mientras la defiendas bien. 

Así lo demostraron los participantes. Por un lado, en el equipo de los alumni, Andrés Roces, María José González, Enrique Iglesias (nuestro compañero Kike) y Tania Gutiérrez, respectivamente diplomados en Maestro en Educación Primaria, Infantil, Educación Social y Terapia Ocupacional. Por otro lado, el grupo del estudiantado estuvo constituido, siguiendo el mismo orden de titulaciones reconvertidas en grados, por Cristina González, Pelayo Martínez, Sara Carazo y Alicia Ranilla. Todos ellos abordaron una ardua cuestión para la que tuvieron que investigar y ordenar nociones durante varias semanas: «comparando la universidad de hace 25-30 años con la actual, ¿qué modelo educativo prefieres: el de antes o el de ahora?». 

Si tuviera que ordenar mis conclusiones en torno a dos ideas principales, serían las siguientes:

1. –  Quaestio quodlibetalis. Este es el nombre de un método de enseñanza característico de la Edad Media, especialmente conocido por su empleo en la Facultad de Teología de París desde el siglo XIII. Consistía en una cadena de preguntas inesperadas o embarazosas de respuesta sutil que el docente lanzaba para que los participantes las resolvieran. Durante el debate tuvimos ocasión de ejercitar esta experiencia. Cada concurrente adoptó el difícil rol de defender la postura que eligió aun cuando todos se sentían identificados con los pensamientos de sus oponentes, que a su vez se esforzaban en rebatir. Se siguieron cuatro turnos:

  • Métodos de enseñanza. «Antes las clases eran eruditas; el protagonista recaía en el docente, que explicaba la lección a retener. Ahora, las clases son más prácticas y constructivas, se da más peso a los estudiantes y al desarrollo de las habilidades». Este es un juicio generalizado en la sociedad. ¿Es un mito o una realidad? ¿Antes no se enseñaban destrezas? ¿Han desaparecido los enfoques memorísticos? ¿Qué ha pasado para que el término “clase magistral” (que deriva de magister, maestro) se utilice en:
  • Formación académica. «Antes los planes de estudio se alargaban tres años, las asignaturas eran más académicas, había menos horas de Prácticum, se accedía al mercado laboral más rápido… Ahora, los grados poseen mayor duración, las asignaturas son menos teóricas y más habilidosas, hay más créditos de prácticas externas, cada individuo dispone de un sinfín de información al alcance de su teléfono móvil… Sin embargo, muchos jóvenes, cuando concluyen la carrera, sienten la necesidad de cursar una segunda o un máster para seguir formándose, cuando no optan por contratar a un preparador de oposiciones». ¿Un egresado actual es más resolutivo y autónomo que antes? ¿Quién está mejor preparado?
  • Espíritu universitario. ¿Qué significaba y qué denota hoy ser universitario? ¿Es simplemente ser estudiante o es algo más? ¿Qué comportaba pertenecer a la universidad antes y qué implica ahora? ¿Qué supone la vida universitaria?
  • Vocación del alumnado. A principios de año, se viralizó un post en la red social LinkedIn del docente Daniel Arias Aranda, de la Universidad de Granada, en el que desahogaba sobre sus estudiantes. En él afirma que no tienen interés; que la calidad de sus trabajos es baja; que su nivel de cultura, expresión, escritura y vocabulario es muy básico o nulo; que no saben estar… ¿Tiene razón este profesor cuando dice que el alumnado actual está desmotivado, carece de hábitos, responsabilidad, vocación real y autocrítica? ¿Los universitarios de antes estaban más comprometidos que los de ahora?

2.- Universitas Magistrorum et Scholarium. Es así como Alfonso X el Sabio define qué es la universidad: una comunidad en la que docentes y alumnos se reúnen con la voluntad de aprender en libertad (Partida II, título XXXI, ley 1). El encuentro del pasado 4 de octubre fue una demostración práctica de esta consciencia. No solo por el debate en sí, sino porque todos los agentes de la corporación estuvieron implicados. Durante la ronda de preguntas del público, miembros del PAS, profesores, alumni y estudiantes de las cuatro titulaciones participaron voluntaria y espontáneamente manifestando sus vivencias e inquietudes. No es habitual que ocurra y, desde luego, no es posible sin sentimiento compartido de pertenencia.

Además, como primicia de los actos con motivo del 50º aniversario, los estudiantes de 3º Grado en Maestro en Educación Infantil presentaron su video sobre «Cinco cosas que no sabías de la Facultad Padre Ossó», que realizaron durante la primera semana del curso tras investigar sobre la historia del centro.
Este no fue el único producto creado por nuestros alumnos, sino que varios más (Mauro Antón, Juan García, Alexia Gaspar e Ifni Rodríguez de 4º GMEI; Francisco Alonso, Marcos Corbí, Kerly Criollo y Paula Fernández de 3º GMEP; y Sergio García, Raúl Martínez, Lucía Menéndez y Alejandra Victorero de 4º GMEP) reconstruyeron el «Credo educativo de la Escuela Universitaria de Magisterio Padre Enrique de Ossó», recuperado de una memoria de actividades de la época en la que Soledad Fernández-Marcote (2000-2012) fue directora. Siguiendo su esencia, los cuatro tertulianos compusieron varios versos como mensaje ad futurum:

«Creo en una educación inclusiva,

adaptada a las necesidades del alumnado,

una educación sin barreras».

«Creo en la educación,

no como una herramienta de control social,

sino como una herramienta de cambio».

«Creo que la educación, como dijo Freire,

no cambia el mundo,

cambia a las personas que van a cambiar el mundo».

«Creo que la educación es, por tanto,

un proceso de nuestra vida,

además de una preparación para la vida ulterior»

No fueron sus únicas ocurrencias. «La educación nos tiene que preparar para un mundo en constante cambio», advirtió Cristina y en sintonía Alicia («la educación está en constante evolución y debemos formar parte de ella»), enalteciendo el sentido de la formación permanente. También con la vista en el porvenir, pero custodiando el aprendizaje que ofrece la Historia, Pelayo concluyó que «en educación, mira hacia el futuro, pensando en el presente y sin olvidar el pasado». Finalmente, Sara puso su enfoque en la finalidad y el compromiso de los educadores: «la educación, ¿está al servicio del contexto? ¿O puede hacer que el contexto cambie?». 

Los cuatro siguen dispuestos a meditar y deliberar en el porvenir. Por ello, esperamos reencontrarnos en la próxima efeméride que se celebre, si bien por entonces ya estarán integrados en el equipo de los alumni. Con las cualidades que han demostrado en este encuentro, ¿podríamos estar más orgullosos de nuestros estudiantes?